En la noche apagaste las lámparas
para que halláramos los caminos perdidos
que nos llevan hacia un laúd roto y trajes de otra época,
hacia una caballeriza ruinosa y un granero de fiesta
en donde se reúnen muchachas y ancianas que lo perdonan todo.
Pues lo que importa no es la luz que encendemos día a día,
sino la que alguna vez apagamos
para guardar la memoria secreta de la luz.
Lo que importa no es la casa de todos los días
sino aquella oculta en un recodo de los sueños.
Jorge Teillier, Los dominios perdidos
Esta casa sólo quiere ser una casa y nada más. Quisiera pasar desapercibida, volver a un “grado cero” acercándose a las anónimas construcciones de madera del sur de Chile, hacia “una arquitectura de la humildad”.
Esta casa sólo intenta una cosa, reconstruir los imaginarios de la memoria de sus habitantes: un granero donde transcurría sin prisas el tiempo de la infancia; una media-agua de madera arruinada que algún día fue una lechería; un corredor donde disfrutar el paso de las estaciones; un intento de aproximar naturaleza y artificio, casi de forma incestuosa, como en la obra de Arnold Böcklin.
Será un refugio que transforma el paisaje natural en paisaje interior. No sólo como recorte horizontal, medido y acotado, también como luz cenital y como un pequeño patio donde caerá la lluvia. Su límite será un corredç+bierto a una suave loma que desciende en un llano, hacia un pequeño bosque aún sin domesticar. En su interior, las variaciones de la luz natural se reflejaràn en las tablas de pino de su entablado vertical teñido de blanco, valorando los gestos y objetos cotidianos de la vida doméstica. En su exterior, las tablas serán tratadas al carbolineo y apiladas en tinglado horizontal, su madera será negra, gastada, vieja.
Esta casa sólo intenta una cosa, reconstruir los imaginarios de la memoria de sus habitantes: un granero donde transcurría sin prisas el tiempo de la infancia; una media-agua de madera arruinada que algún día fue una lechería; un corredor donde disfrutar el paso de las estaciones; un intento de aproximar naturaleza y artificio, casi de forma incestuosa, como en la obra de Arnold Böcklin.
Será un refugio que transforma el paisaje natural en paisaje interior. No sólo como recorte horizontal, medido y acotado, también como luz cenital y como un pequeño patio donde caerá la lluvia. Su límite será un corredç+bierto a una suave loma que desciende en un llano, hacia un pequeño bosque aún sin domesticar. En su interior, las variaciones de la luz natural se reflejaràn en las tablas de pino de su entablado vertical teñido de blanco, valorando los gestos y objetos cotidianos de la vida doméstica. En su exterior, las tablas serán tratadas al carbolineo y apiladas en tinglado horizontal, su madera será negra, gastada, vieja.
Obra: casa el Llano
Ubicación: camino a Santa Juana, km. 15.6, San José de Palco, Chile
Cliente: Carlos Barría, Alejandra Cigarroa
Proyecto: 2015; Construcción: 2016
Superficie construida: 80 m2
Arquitecto: Rubén Muñoz
Colaboradores: Daniel Monsalve, Alvaro Bascuñan
Maqueta, ilustración: Daniel Monsalve, Alvaro Bascuñan
Isométricas: Daniel Ruiz
Fotografía: Rubén Muñoz
Inspección técnica obra: Rubén Muñoz
Ingeniería estructural: Felipe Zavala
Construcción: Wladimir, maestro carpintero
Sistema constructivo: carpintería y cerchas de madera
Cerramientos: madera machiembrada y madera tinglada
Terminaciones: madera al albayalde; madera al carbonileo
Ubicación: camino a Santa Juana, km. 15.6, San José de Palco, Chile
Cliente: Carlos Barría, Alejandra Cigarroa
Proyecto: 2015; Construcción: 2016
Superficie construida: 80 m2
Arquitecto: Rubén Muñoz
Colaboradores: Daniel Monsalve, Alvaro Bascuñan
Maqueta, ilustración: Daniel Monsalve, Alvaro Bascuñan
Isométricas: Daniel Ruiz
Fotografía: Rubén Muñoz
Inspección técnica obra: Rubén Muñoz
Ingeniería estructural: Felipe Zavala
Construcción: Wladimir, maestro carpintero
Sistema constructivo: carpintería y cerchas de madera
Cerramientos: madera machiembrada y madera tinglada
Terminaciones: madera al albayalde; madera al carbonileo