habitación para un ermitaño San Manuel, Melipilla, 2021
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“El [arquitecto] es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores, lo importante en [arquitectura] no es el lado puramente estético, sino la [arquitectura] como creación del mito, de un espacio y tiempo que trascienden lo cotidiano, utilizando lo cotidiano.”

Jorge Teillier

Inmersos en el insensato devenir de la modernidad, aún podemos encontrar algunos raros personajes que se atreven a abandonar “nuestro mundo”. Uno de ellos golpeó a mi puerta para que dibujara su casa, un monje ermitaño de barbas largas, sombrero de mimbre y túnica de jeans, un personaje amigable y compasivo, una pequeña reserva de fe para la humanidad.

La arquitectura buscará construir el marco donde la vida transcurra como “liturgia de las horas”, permitiendo que lo sacro y lo profano convivan serenamente al compas de las variaciones de la luz natural, en el paisaje del ciclo natural de las estaciones. Tal como señala Odo Casel, si “el año es una imagen de la vida del hombre, y aún de la historia de la redención, lo es también el día con las auroras de la luz y de la vida, con su cenit y su ocaso.”

Se trata de una única habitación circular, que rememora una pequeña capilla preexistente excavada bajo tierra, con un patio triangular que construye tres momentos: trabajo, contemplación y descanso. La dimensión temporal del espacio “hace bello el tiempo, asume una fisonomía y deja de estar vacío, es una forma cronológica del misterio.”

Arquitecto: Rubén Muñoz
Colaborador: Catalina Inostroza
Ilustraciones: Cristobal Caro

Ingeniería estructural: Rubén Muñoz, Cecilia Poblete
Sistema constructivo: carpintería y cerchas de madera
Cerramientos: entablado de pino con aceite quemado
Terminaciones: madera pino tono natural