Se busca liberar de todo aquello que podían tener en sus mentes, para hacerlos capaces de escuchar, en el silencio del desierto
Isaías de Gaza, monje asceta, Egipto, s. V
La vida del monasterio, necesita distanciarse de la civilización, buscando el “silencio del desierto y la lejanía de la montaña”. El nombre original de la isla Santa María, da cuenta de una exacta interpretación de este desconocido paraje natural, “leo chenco”, denominación mapuche que significa “aguas de viento”, la isla es un “desierto de aguas de viento”, ubicada en el centro geográfico de Chile, en el kilómetro cero, frente a Lota.
En el lugar más alto, sobre las ruinas de un villorrio en torno a un antiguo faro, se propone una pequeña ciudadela protegida de los fuertes vientos del sur, abriéndose a la vastedad del paisaje. Una pequeña aldea organizada a partir de la vida benedictina, en un eterno deambular entre la vida y la muerte -el cementerio, unos contrafuertes sobre el agua-, buscándose el equilibrio entre lo individual (meditación y oración personal, en la celda) y lo comunitario (liturgias comunitarias-iglesia, el refectorio-comedor y las zonas de trabajo), considerando con S. Benito, como “ todos los lugares y objetos del monasterio son como los vasos del altar, sagrados, y lo mismo los actos .” Se trataría de romper la separación entre lo sagrado y lo profano, intensificando la vida en la expresividad de todas sus acciones cotidianas con la misma dignidad.
Del claustro tradicional, como el centro ordenador del conjunto monacal en torno a un vacío, se pasa a un vacío construido, un paisaje exterior concebido como interior, donde resuena una concepción mítica, un “axis mundi”. La vida todavía gira en torno a un centro -levemente descentrado-, en un espacio fragmentado, con una imagen del cielo que se refleja sobre el agua, ritmando con su luz y su sombra, el carácter cíclico temporal que ordena la liturgia monacal. Una pequeña aldea que interpreta la concepción de un sentido religioso, una isla dentro de una isla, dentro de la isla que es “el mundo”, donde “poéticamente” habitar “bajo el cielo” como “mortales”.
En el lugar más alto, sobre las ruinas de un villorrio en torno a un antiguo faro, se propone una pequeña ciudadela protegida de los fuertes vientos del sur, abriéndose a la vastedad del paisaje. Una pequeña aldea organizada a partir de la vida benedictina, en un eterno deambular entre la vida y la muerte -el cementerio, unos contrafuertes sobre el agua-, buscándose el equilibrio entre lo individual (meditación y oración personal, en la celda) y lo comunitario (liturgias comunitarias-iglesia, el refectorio-comedor y las zonas de trabajo), considerando con S. Benito, como “ todos los lugares y objetos del monasterio son como los vasos del altar, sagrados, y lo mismo los actos .” Se trataría de romper la separación entre lo sagrado y lo profano, intensificando la vida en la expresividad de todas sus acciones cotidianas con la misma dignidad.
Del claustro tradicional, como el centro ordenador del conjunto monacal en torno a un vacío, se pasa a un vacío construido, un paisaje exterior concebido como interior, donde resuena una concepción mítica, un “axis mundi”. La vida todavía gira en torno a un centro -levemente descentrado-, en un espacio fragmentado, con una imagen del cielo que se refleja sobre el agua, ritmando con su luz y su sombra, el carácter cíclico temporal que ordena la liturgia monacal. Una pequeña aldea que interpreta la concepción de un sentido religioso, una isla dentro de una isla, dentro de la isla que es “el mundo”, donde “poéticamente” habitar “bajo el cielo” como “mortales”.
proyecto: monasterio benedictino
ubicación: isla Santa María
autor: Rubén Muñoz
PFC, EA, UBB, Concepción, 2000
profesor guía: Jaime Garretón
premio Rodulfo Oyarzún Philippi, UBB, 2000
proyecto seleccionado para XII Bienal de Arquitectura, Santiago, 2000
ubicación: isla Santa María
autor: Rubén Muñoz
PFC, EA, UBB, Concepción, 2000
profesor guía: Jaime Garretón
premio Rodulfo Oyarzún Philippi, UBB, 2000
proyecto seleccionado para XII Bienal de Arquitectura, Santiago, 2000